Conocí a Pilar el día en que entrevisté a su tía Matilde, afectada por la Talidomida. Tras la entrevista y hablando de todo un poco, nos estremeció el corazón a mi compañero González Molero y a mí cuando explicó que su hijo iría a parar a una fosa común si su marido (David) y ella no pagaban 500 euros. El alquiler del nicho, que en su momento pagó el seguro, se extinguía y no podían asumir los costes de trasladarlo a un columbario propiedad de la familia materna localizado a unos metros de distancia.
Días después de publicar la noticia, tanto en el diario como en Canal Sur, Pilar y David, recibieron la llamada de diferentes ciudadanos que se ofrecieron a ayudarles.
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