Esta semana reventó una tubería en una calle de mi barrio. La histeria colectiva reinó y tuve que recorrer más de cuatro supermercados hasta encontrar uno donde todavía vendiesen algo de agua embotellada. Yo también sucumbí al pánico y compré mucha más de la necesaria porque mi estúpidez me hizo creer que no ducharme al día siguiente sería una hecatombe. Para hecatombe, que exista un debate sobre si la privatización o no del agua es pertinente.
Y aunque este reventón se convirtiese en todo un acontecimiento, esta semana han sucedido unas cuantas cosas que han ocupado mis pensamientos:
1. La muerte de Iñaki Azkuna, alcalde de Bilbao.
Nunca había visto a una ciudad tan consternada por la pérdida de un representante político. Le galardonaron como «Mejor alcalde del mundo» en 2012 y la gente lo votaba por encima de su signo político, de manera que ha gobernado durante cuatro legislaturas consecutivas y alcanzó la mayoría absoluta en su última reeleción.
El día de su fallecimiento, la redacción preparó dos versiones del periódico: una por si no moría y la otra por si lo hacía (había entrado en coma durante la tarde). Dejó de respirar y nosotros lidiamos con la muerte como si se tratara de cualquier teletipo caliente que nos ayuda a llenar huecos. Hacer periodismo causa estragos en la salud mental, usando la información al mismo tiempo como herramienta de la libertad y justicia, baratija intercambiable y sorbesesos de intereses particulares. Un periodista es una criatura hipócrita, capaz de escribir una bendición sólo por cubrir un espacio en blanco.

Al día siguiente fui reportera para el informativo: uno de cada tres encuestados lloraba recordando a Azkuna y eso hizo feliz a una de mis compañeras de piso, que es kazaja. Debatimos constantemente porque existe un choque cultural muy fuerte entre las dos. Un día antes le había preguntado cuáles creía que eran los principales problemas de Europa, uno de ellos era «el menosprecio y poco agradecimiento» que damos a nuestros políticos (en su opinión, «muy buenos»). Mientras tanto, las marchas por la dignidad en Madrid sacan a la calle nuevamente a miles de personas (las cifras oscilan entre los dos millones según los organizadores y 350.000 según fuentes políticas) insatisfechas.
2. Blablacar comenzará a cobrar y la patronal de autobuses ha denunciado a la web por competencia desleal.
Soy usuaria de este sistema de transporte y los motivos para utilizar el coche compartido son simples: ahorro dinero, es más cómodo y puedes conocer gente. Pero dicen los autobuses que debería estar prohibido y el gobierno se queja porque los usuarios no pagamos impuestos. De manera que en adelante la plataforma cobrará un 10% del precio acordado entre conductor y pasajero por hacer la reserva del asiento.
La competencia desleal no existe por compartir un coche que dispone de cinco asientos de los cuales cuatro irían vacíos si no se hubiera popularizado éste uso. Es un acuerdo entre individuos, donde el pago se hace en mano y la cantidad que se abona es la justa para cubrir los gastos de gasolina y peajes. Aunque luego haya personas que hayan visto el filón, el usuario final decide si accede a viajar con alguien que le cobra mucho más de lo debido.
Esto es como si la industria del textil prohíbe a la gente intercambiar ropa entre sí. Compartir coche está ayudando a realizar un cambio más profundo que trae consigo beneficios ecológicos y solidarios.
3. Turquía prohíbe Twitter (y tal vez se plantee lo mismo con otras redes sociales).
Cómo duele que te revienten el chiringuito ¿eh, Erdogan?
4. En China las escuelas ponen barras para que los niños no sufran miopía y aprendan a estar erguidos.
Uno de mis mejores amigos, que se ha dedicado los últimos años a huir de la Universidad Politécnica de Madrid a costa de becas internacionales ha aterrizado en Pekín hace pocos días y siente que le han dado «una beca a Marte», un planeta «lleno de basura y contaminación». Nunca he estado ni en el planeta rojo ni en el gigante asiático, pero hay días en que siento curiosidad mínima por visitar el segundo.
5. Los Parques Naturales no son rentables.
Y la homosexualidad terminará con la existencia humana. Bravo.
El principal objetivo de los parques naturales así como reservas y monumentos y todas las denominaciones que reciben estos espacios es PROTEGERLOS y colaborar con el MANTENENIMIENTO DE SU ECOSISTEMA, no generar riqueza. Es un contrasentido que se deje abierta la posibilidad de ejercer la «caza comercial» y al mismo tiempo se luche por proteger las especies animales.
¡Mójate!